diciembre 04, 2007

La leyenda del Callejón del Diamante

Explorando las calles del centro histórico de la capital de Veracruz; caminando entre el chipi chipi y la neblina de la tarde por sus callecitas estrechas y empedradas pude encontrar un callejón que tiene una historia muy interesante que investigué y decidí compartir con ustedes esta noche.

Someto a la aprobación de la Sociedad de la Media Noche, este relato que titulo, "La Leyenda del Callejón del Diamante"

Callejón del Diamante, escenario de una leyenda

Desde los tiempos de la colonia y hasta nuestros días, existe en Xalapa un callejón estrecho y largo como una serpiente. Es tan angosto, que casi se tocan sus costados y hay tiendas y restaurantes en toda su extensión y es lugar de reunión de estudiantes y bohemios conocido por todos como el Callejón del Diamante.

Hace muchos muchos ayeres en una de las casonas del callejón vivía un matrimonio: ella era una criolla hermosa, esbelta, blanca, garbosa y joven, de cabellera como el azabache, labios rojos y mejillas sonrosadas. Sobresalían dos esmeraldas entre las largas pestañas y unas cejas gruesas y pobladas. Moralmente era un modelo de virtud y ejemplo de esposa enamorada de su marido.

Éste era un caballero español, físicamente bien formado, que amaba a su dulce compañera con toda el alma. A esto hay que agregar que gozaban de una desahogada posición económica.

Cuando la pareja se comprometió, él dio a su futura esposa un anillo con un hermoso diamante negro. Éste era de lo más extraño y en el blanquisimo anular derecho de la dama parecía un ojo diabólico. Esta piedra según cierta superstición, "tiene la rara virtud de aumentar el amor del matrimonio y descubrir la infidelidad de la esposa".

Cuando nuestra dama recibió la joya juró a su galán jamás separarse de ella y al poco tiempo se casaron... pero los juramentos no siempre son muy firmes y durables.

El recio español tenía un amigo, a quien consideraba como un hermano, a quien invitaba siempre a su casa para que convivieran los tres como una familia. Pero entre la dama y el atribulado amigo nació un sentimiento amoroso que aumentaba con las diarias visitas.

Un día que el esposo salió de viaje ella fue a visitar al amigo y sucedió lo inevitable, ese cariño que surgió entre ellos se consumó apasionadamente. No se sabe por qué ella se quitó el anillo y lo dejó en el buró, junto al lecho. Probablemente por temor al poder atribuido a la joya o por un descuido en el ardor del momento. Y se cree que por la misma razón, la zozobra, o una salida repentina la dama olvidó la alhaja.

A su regresó a Xalapa el esposo no se dirigió a su casa, sino fue directamente a la del su amigo, para contarle los pormenores de su viaje y guiado por una fuerza extraña; lo hicieron pasar aunque en ese momento el dueño de la casa estaba ausente. Entró en la alcoba de su amigo y sus ojos se quedaron asombrados al ver el anillo, como esperándolo, mudo testigo de lo que ocurrió días atrás, reposando en el buró.

Disimuladamente se apoderó de la joya y se dirigió a su casa abatido. Llamó a su bella compañera y la esposa salió a recibirlo como si nada hubiera pasado pero al besarle la mano, comprobó que no lucía el anillo rompiendo su promesa de no quitárselo nunca y reafirmando sus sospechas.

Como el destello del relámpago salió a lucir la daga de empuñadura de oro, incrustada de rubíes, que se clavó en el pecho de la infiel. El caballero enloquecido de rabia echó el cadáver de su mujer al callejón y dejó sobre el mismo el anillo delator.

La gente de los alrededores, al enterarse del escándalo salió a ver que ocurría, pues el rumor corrió como la pólvora. Los curiosos que acudían al lugar exclamaban: ¡Vamos a ver el cadáver del diamante! Pero poco a poco la expresión cambió y solo decían ¡Vamos al Callejón del Diamante! nombre que se le quedó al lugar y que la tradición ha mantenido a través del tiempo.

1 comentario:

Linda dijo...

Que drama!! Pero que chido que puedas traernos estos cuentos!
Saludos!