enero 06, 2008

La Mulata de Córdoba

Después de las vacaciones navideñas y de fin de año, viajando por el estado de Veracruz y callejoneando por el D.F. traje conmigo algunas leyendas y relatos nuevos que contarles.

Córdoba, es una pequeña ciudad del estado de Veracruz en la parte sur de la región montañosa del estado de Veracruz, enclavada enclavada en la cordillera de la Sierra Madre Oriental, famosa por su gran producción minera, su café de altura y sus tardes envueltas en neblina además de su gente gente valiosa, alegre y hospitalaria. Su historia está llena de contrastes, en los que las leyendas no podían faltar.

Para iniciar el año someto a la aprobación de la Sociedad de la Media Noche, esta leyenda titulada "La Mulata de Córdoba"

Durante el Virreinato se dice que en Córdoba vivía una hermosa mujer cuya procedencia nadie conocía. No se sabe el sitio exacto donde estaba su casa aunque los viejos relatos aseguran que tuvo su casa en la hacienda del la Trinidad Chica, que en aquellos años era propiedad de los Marqueses de Sierra Nevada; otros cuentan que en una vetusta casona que abría sus puertas sobre el antiguo Callejón de Pichocalco, rumbo al arroyo Pedregos mas tarde llamado Río de San Antonio, y su recuerdo llegó hasta nosotros a través del tiempo envuelto en el misterio y la leyenda, solo con el romántico nombre de la Mulata de Córdoba.

Según los datos antiguos era tan hermosa que todos los hidalgos del lugar estaban prendados de su belleza, era hija de una mujer negra de quién heredó su porte gallardo y un caballero español y por lo mismo, la Mulata de Córdoba era orgullosa y altiva. Por el color de su piel y su condición de raza, vivía ajena a todo trato social, extraña a las rancias costumbres de la época y alejada de los círculos donde entre linajudas Señoras su presencia hubiera sido considerada como un escándalo y una herejía.

Siempre sola, los ancianos de la ciudad la evocan recorriendo a pie las polvorientas calles de la Villa camino al Templo, o por senderos y veredas buscando las cabañas de los esclavos a quienes ayudaba y curaba, pues parece que era muy entendida en el Arte de la Medicina. También curaba a los campesinos que la solicitaban por los rumbos de San Miguel Amatlán, el Zopilote y San José. Continuamente se le veía caminando bajo el ardiente sol del medio día y subiendo y bajando lomas, acompañada por algún enviado de las personas que solicitaban sus servicios, los que generalmente eran humildes campesinos.

Pero también habían algunas familias de alto rango que secretamente solicitaban sus servicios. A la luz de la luna, bajo el silencio de las estrellas, cruzaría la desierta Plaza Mayor escoltada pr el Mayordomo de alguna casa rica donde con toda discreción, la esperaba con impaciencia alguna orgullosa señora o un altivo hidalgo que deseaban consultar los horóscopos.
En esta forma y con el correr de los días la fama de la bella Mulata se fue extendiendo poco a poco en el poblado. Bajo el largo y pesado chal donde ocultaba el rostro y la figura, no falto quien adivinara, al pasar, los hermoso ojos grandes y llenos de misterio y la boca sensual y roja. Pero en vano fue cortejada por los hidalgos del pueblo, las puertas de su casa permanecieron siempre cerradas para los enamorados galanes y los caballeros mejor nacidos de la Villa que se vieron rechazados teniendo que aceptar humillados su derrota.

Estas razones que en otra dama de más condición hubiera sido vista como virtudes, en la Mulata se consideraban de obscuro origen y como además vivía rodeada de enigmas, dieron lugar a que se tejiera a sus alrededor toda clase de relatos.

En aquellos años de epidemias y calamidades, cuentan que valiéndose únicamente de las muchas hierbas que conocía, empezó a realizar curaciones que parecían maravillosas, a conjurar tormentas y a predecir eclipses, pronto la superstición se encargó de decir que la hermosa mulata tenía pacto con el Diablo. En varias ocasiones fue vista simultáneamente en distintos rumbos de la Villa, pues poseía también el don de la ubicuidad.
Como vivía sola y se ignoraba el origen del oro que gastaba y la procedencia de los costosos vestidos que lucía, que a pesar de ser de diseño sencillo estaban hechos de finisimas sedas; y viendo que no admitía la protección de ninguno de aquellos opulentos hidalgos que la cortejaban, se dio por sentado que la joven había otorgado sus favores al Maligno quien a su vez la llenaba de mágicos poderes.

Decían que por las noches en la casa donde vivía se escuchaban extraños lamentos; también veían salir llamas de las cerradas puertas y cuando alguna persona siguiendole los pasos la espiaba por obscuros callejones y atajos, la veía convertida en una horrible alimaña que atacaba al curioso, perdiéndose después en las sombres de la noche sin dejar rastro.
Se comentaba también que había sido sorprendida al entrar a su vivienda volando sobre los tejados, con la negra cabellera flotando en el aire y envuelta en mágicos resplandores.

La Mulata, sabía fabricar filtros de amor que tenían poderes para curar o hacer el mal de ojo, y su belleza que aumentaba día a día seguía siendo atribuida a sus malos tratos con el señor de las tinieblas.
Todas estas creencias llegaron pronto a oídos a el tribunal de la Santa Inquisición, muy severo en aquellos años con los adivinos y brujos a quienes castigaban duramente en los famosos Autos de Fe para escarmentar a los embusteros y charlatanes. En ellos no hacían distinción de clases o personas, lo que no se sabe es si la Mulata fue sorprendida practicando la magia o si fue acusada por alguna mujer celosa de su belleza o por un hidalgo rechazado; pero los viejos relatos afirman que después de juzgada fue conducida al Puerto de la Vera Cruz y se le hizo encarcelar en el Castillo de San Juan de Ulua para ser juzgada por hechicera.
En aquella vetusta fortaleza, cuyos muros de diez metros de espesor fueron empezados a construir en 1582, acusaban gran horror a los prisioneros que pasaban las horas tras los pesados barrotes de su lóbrega celda custodiada por un antiguo carcelero.

La Mulata de Córdoba y el Carcelero

Un día la hermosa joven, quien a base de buenos tratos se había ganado la estimación de su guardián, le rogó amablemente que le consiguiera un pedazo de gis. Extrañado al principio por tan raro antojo pero deseoso de servir a su bella prisionera, el hombre llevó a la celda lo que se le pedía.


La Mulata entonces dibujó sobre las sombrías paredes una ligera nave, un barco hermoso que parecía mecerse sobre las olas.
-Buen día, carcelero. ¿Podrías decirme qué le falta a este navío? -¡Desgraciada mujer! -contestó el carcelero-. Si te arrepintieras de tus faltas no estarías a punto de morir.
-Anda, dime, ¿qué le falta a este navío? -insistió la Mulata. -Le falta el mástil - contestó el guardia.

-Si eso le falta, eso tendrá -respondió enigmáticamente la Mulata. El carcelero, sin comprender lo que pasaba, se retiró con el corazón confundido.

Al mediodía, el carcelero volvió a entrar en el calabozo de la Mulata y contempló maravillado el barco dibujado en la pared.

-Carcelero, ¿qué le falta a este navío? -preguntó la Mulata.

-Infortunada mujer -replicó el desconcertado carcelero-. Si quisieras salvar tu alma de las llamas del infierno, le ahorrarías a la Santa Inquisición que te juzgara. ¿Qué pretendes?... A ese navío le faltan las velas.
-Si eso le falta, eso tendrá -respondió la Mulata. Y el carcelero se retiró, intrigado de que aquella misteriosa mujer pasara sus últimas horas dibujando, sin temor de la muerte.

A la hora del crepúsculo, que era el tiempo fijado para la ejecución, el carcelero entró por tercera vez en el calabozo de la Mulata, y ella, sonriente, le preguntó:
-¿Qué le falta a mi navío?...
-Desdichada mujer -respondió el carcelero-, pon tu alma en las manos de Dios Nuestro Señor y arrepiéntete de tus pecados. ¡A ese barco lo único que le falta es que navegue! ¡Es perfecto!

-Pues si vuestra merced lo quiere, si en ello se empeña, navegará, y muy lejos..

-¿ Cómo, lo hará? - preguntó el guardia extrañado -Así -dijo la Mulata, y ligera como el viento, saltó al barco; éste, despacio al principio y después a toda vela, desapareció con la hermosa mujer por uno de los rincones del calabozo.

Todavía se volvió para despedirse de sus captores con un suave gesto de la mano indicando su adiós, mientras desaparecía ante los desorbitados ojos del guardia.

Nadie volvió a saber de la Mulata. Cuando el mágico relato que pasaba de boca en boca y llenando de asombro a los habitantes de la Villa Rica llega a oídos de Don Pedro Nuño; el anciano y noble señor visitó el Castillo de San Juan de Ulua con el deseo de interrogar al extraño carcelero, dándose cuenta que el infeliz hombre había perdido la razón.

Abrazado a lo herrumbrosos barrotes de aquélla vacía y cerrada celda repetía como un estribillo el mismo maravilloso episodio, saludando con la mano a su bella prisionera a quien veía perderse a lo lejos, libre y hermosa sobre la blanca espuma del mar.

5 comentarios:

the lines on my face dijo...

;) muy bien, de dónde los has sacado??? o inspirados en qué?
me gustó ;) conste que le dediqué un ratito ehhhh
y sí, hay que escribir uno juntas, jajaja algo locochón.
muchos abrazos

Unknown dijo...

ceuugomuy buena leyenda, me encantó.

Paz.

darkmanny dijo...

hay que dedicarle un rato a éste blog a ver que tanto tienes. :P

http://manny-chacharero.blogspot.com/

panché dijo...

morrilla que b uen pedo que difundas dichos relatos. un gusto, mucho gusto

Yami Sz dijo...

Hola. Oye me llamó muxo la atención tu blog, por cierto que es eso de la sociedad de la media noche?... De dnd eres? yo soy de xalapa, veracruz... y sé más leyendas que tal vez quisieras conocer... un saludo!! y muy padre el tema de tu blog =P